Hola a todos....

Hola a todos,espero que este blog nos sirva para compartir experiencias en comun y nos ayude un poco a alejar los fantasmas que tras de si deja una hemorragia cerebral,desde aqui os animo a contar vuestra experiencia y compartir con nosotros la valentia que se necesita para superar un episodio de este tipo. Si es la primera vez que entras te recomiendo que leas desde el primer post del archivo,vale la pena. Gracias.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi historia (I)

Bueno, Liliana me ha animado a escribirla y aquí estoy. Sólo lo he hecho una vez anteriormente y fué en una carta dirigida a mi neurocirujano. Se la entregué al final de la última visita pues me incomodaba mucho la incomunicación que sentía con él y quería expresarle mi agradecimiento de alguna forma. Escribir esa carta fué una liberación total y algo que yo necesitaba hacer. Que la leyese o no, o qué le pareciese, no era importante para mí, pero entregársela, sí lo era. Esta "versión" es para otros afectados.

Puedo dividir mi "historia" en dos bloques. Empezaré por la primera.

Si tuviese que señalar algo "diferente" en mi vida antes de la hemorragia, diría que llevaba un año sintiéndome algo cansada. Trabajo a tiempo parcial en una clínica privada como administrativa así que aproveché para hacerme algunos chequeos y analíticas que no revelaron nada anormal. Al contrario, para una mujer de mediana edad los resultados eran muy buenos. Como ya tenía la menopausia, pensé que ese podía ser un motivo. No es que me hubiese causado ningún trastorno, al contrario, pero como todo el mundo echa pestes de ella, pensé que yo también debía hacerlo. También achaqué el cansancio al hecho de que no paraba ni un minuto. Además del trabajo en la clínica, trabajaba en una gestoría y además en casa por las tardes dando clases de Inglés. Y encima tenía una relación de fin de semana con un señor, así que tampoco descansaba entonces. Llevaba años así y pensé que el cansancio era "normal". Pero intuía que había algo que estaba mal. Por otra parte, mis hijos ya estaban mayores y yo tenía la cabeza llena de planes. Como ya no necesitaba tantos ingresos para tirar de la casa y los chicos para adelante, tenía previsto recortar los trabajos y dedicar más tiempo a muchas aficiones y actividades que sólo podía hacer de forma esporádica. Los mejores años estaban a punto de llegar.

La tarde-noche del 19 de Mayo de 2008, estaba en la zona turística tomando un café con una amiga. Había aparcado el coche en una calle trasera. De repente empecé a sentirme como rara y desconectada. Decidí irme a casa inmediatamente y me despedí. De camino al coche sentí como una oleada de dolor brutal en la nuca y una rigidez increíble. Aquel día en la clínica habíamos estado hablando de los rumores de un brote de meningitis y creí que era eso. Caminando muy despacio y respirando muy lento conseguí llegar al coche. Decidí dirigirme al centro de salud y cuando estaba a punto de arrancar, empecé a perder visión y mi brazo izquierdo a convulsionar. Fué una suerte que ocurriera entonces y no un minuto después. Supe entonces que era un ACV y derrame de algún tipo. Lo más importante para mí en aquel momento era mantener la calma porque no había nadie cerca. Antes de perder el conocimiento tenía que conseguir salir del coche como fuese y ponerme en un lugar más visible. A tientas saqué el móvil del bolso, abrí la puerta con el brazo derecho y me eché fuera. Más o menos gateé/me arrastré hasta topar con el muro de un complejo de apartamentos y me apoyé para esperar que pasase alguien. De alguna forma conseguí marcar el número de emergencias y cuando contestó el operador, sólo pude articular la palabra "ambulancia" y mis palabras perdieron toda coherencia, no podía dominar el habla en absoluto. Me quedé allí, con el móvil en la mano mientras le oía a él hacerme preguntas que no podía contestar. Sólo podía esperar que apareciese alguien y mientras tanto intentaba respirar despacio y mantener la calma como fuese para no acelerar mis constantes. Al rato comenzaron a llegar turistas pero todos extranjeros y nadie podía comunicarse con emergencias. Era desesperante. Afortunadamente, llegó una pareja de peninsulares que ya asumieron el control y pudieron dar detalles más precisos al operador. Recuerdo que volvieron a ponerme el móvil en la mano y me dijeron que la ambulancia estaba de camino.

Me tumbé para "descansar". Poco a poco me fuí alejando. La pareja me hacía preguntas sencillitas para mantenerme con ellos y yo contestaba escribiendo con el dedo sobre la acera. Pero estaba muy cansada. Empecé a "flotar". Toda mi vida pasó ante mis ojos, pensé en la suerte que tenía de que mis hijos ya fuesen grandes y que aunque los había criado prácticamente sola, lo había hecho lo mejor que había podido y eran muy buenos chicos. Sentía una agradable brisa en la cara y pensé que debía hacer una noche preciosa. Ya no sentía dolor ni tenía espasmos y me sentía increíblemente "bien". Me sentía totalmente preparada para marcharme con los deberes hechos. No puedo definirlo de otra manera. Entonces ví a mi padre que llevaba años fallecido, una luz maravillosa y pensé que si ese era mi final, resultaba imposible "irme" de mejor manera. Soy creyente en un Poder Superior de mi propia definición y en ningún momento me sentí sola.

En aquel momento, una voz interior me "ordenó" que resistiera y dejase de "flotar", que no me iba a ninguna parte. Tuvé que utilizar toda la fuerza que me quedaba para obedecerla y no dejarme ir, aunque una parte de mí deseaba hacerlo pues estaba muy cansada. Me concentré en oír lo que sucedía a mi alrededor y en aquel momento llegó al fin la ambulancia. Por las voces y la actitud de los dos chicos que bajaron supe en seguida que no era una de esas medicalizadas sino la ambulancia del pueblo. Me examinaron deprisa y mal y llegaron a la conclusión de que debía ser un "bajón de tensión". No me lo podía creer. No podía comunicarme con ellos y cuando les oí decir que me llevaban al centro de salud en vez de al hospital general tuve miedo por primera vez. Antes de que me pusieran sobre la camilla logré empujar el móvil hacía donde oía a la pareja de penínsulares y escribí el nombre de una amiga sobre la acera unas cuantas veces hasta que me entendieron. La chica ésta trabajaba en el hospital y no se me ocurría nada más que hacer. Además ella sabría como informar y ayudar a mi familia.

Me llevaron muy tranquilitos al centro de salud y me metieron en una sala. El médico de guardia se había ido fuera a cenar y no creyeron necesario ir a avisarle. Mi amiga apareció casi dos horas después y aún el médico no me había visto. Al oírla, abrí los ojos por primera vez (nadie me había hecho un examen ocular) y los tenía totalmente desenfocados y mirando cada uno para un lado. Con eso llegaron el pánico y las prisas. El médico fué llamado de inmediato y al poco rato ya estaba otra vez en la ambulancia, esta vez camino del hospital general con sirena y a toda velocidad. Siempre recordaré ese viaje pues el vehículo tenía una suspensión pésima y cada movimiento, bache y curva me causaban un dolor espantoso.

Ya en el hospital supieron rápidamente qué hacer y tras varias pruebas, TAC incluído, uno de los médicos de urgencias me dijo que tenía una hemorragia subaracnoidea, que me enviaban al hospital Dr. Negrín de Las Palmas y que el helicóptero estaba de camino. Había recuperado la capacidad de hablar y podía también ver un poco. Le pregunté si debía despedirme de mis hijos y me respondió que nunca había estado hablando con alguien en mi situación que estuviese consciente y que no sabía qué contestarme. Algo volvió a decirme que no era necesario "despedirme". Mi hija mayor ya había llegado al hospital y pude darle unas instrucciones, gente de mis trabajos a quién debía avisar y algunas cosas de las que debía ocuparse durante mi ausencia "unos pocos días".

Estaba a ratos despierta y a otros semiinconsciente pero me espabilé cuando me llevaron otra vez en ambulancia, esta vez al aeropuerto a subir al helicóptero. Nunca había ido en uno y me pareció lo máximo. Eran 3 hombres además de mí aunque mi hija no pudo venir. Debía esperar a que amaneciese para coger el primer vuelo comercial. Durante el viaje en helicóptero me entró la vena de incorporarme para mirar por la ventanilla pero no me dejaron naturalmente. Tardamos unas dos horas en llegar a Las Palmas y una vez allí más cambios y camillas. Si algo recuerdo con espanto de aquella noche, fué el constante moverme y cambiarme de sitio.

Me llevaron otra vez en ambulancia hasta la sala de críticos del Negrín y allí tras varias pruebas más se procedió al intento de embolización. Yo aún estaba consciente y me enteré cuando decidieron que no era posible realizarlo. Me dijeron entonces que me operarían y me trajeron unos papeles para firmar. Intenté leerlos antes pero no veía lo suficiente así que simplemente los firmé. Allí mismo tuve mi primer encontronazo con mi neurocirujano. Me pidío que siguiera su dedo con la vista. Lo hice. Me dijo entonces con voz muy seca que hiciera el favor de seguir el dedo. Yo le respondí que a cuál de ellos se referia pues veía doble. Confieso que no reacciono bien cuando no me tratan con amabilidad.

Lo que no supe hasta bastante después es que este mismo médico removió Roma con Santiago para conseguir un quirófano. Estuvieron a punto de no operarme pues significa bloquear un quirófano como mínimo 8 horas en el mejor de los casos, utilizar como mínimo 2 neurocirujanos que debían descansar al día siguiente, alterar todas las intervenciones programadas de neurocirugía durante días y mis posibilidades de supervivencia no lo justificaban. Pero él se empeñó y aunque tardó 24 horas en conseguir uno lo logró. Yo aguanté la espera en críticos y me negaba a morirme. No tenía ni la tensión alta, ni colesterol, ni azucar. Una sóla de esas cosas y ni siquiera lo habrían intentado.

La operación comenzó el día 21 de Mayo a las 9 de la mañana y se prolongó unas 12 horas. Al final intervinieron 3 neurocirujanos y la espera para mi familia fué desesperante. Mi hermano y mi cuñada habían llegado de Sevilla para unirse a la familia desplazada de Lanzarote y no podían hacer nada. Yo no me enteraba de nada, estaba colgada cabeza abajo en el quirófano. El aneurisma roto era de Pica derecha y de difícil acceso. Al final se clipó con éxito, me falta un trozo de craneo en la zona occipital pero no se me nota. Mi familia dice que nunca habían visto un médico con aspecto tan agotado como el que salió a decirles que todo había ido bien. Les dijo que podían verme un minuto aunque les advirtió que tras estar tantas horas cabeza abajo mi aspecto era bastante....desagradable. De allí me llevaron a la UMI donde pasaría más o menos las cuatro semanas siguientes.

Así acabó la primera parte de la odisea. Espero que no resulte muy tocho.

Un beso a todos y gracias por leer,
Nurianna