Hola a todos....

Hola a todos,espero que este blog nos sirva para compartir experiencias en comun y nos ayude un poco a alejar los fantasmas que tras de si deja una hemorragia cerebral,desde aqui os animo a contar vuestra experiencia y compartir con nosotros la valentia que se necesita para superar un episodio de este tipo. Si es la primera vez que entras te recomiendo que leas desde el primer post del archivo,vale la pena. Gracias.

martes, 3 de noviembre de 2009

Mi historia (y II)

Tienes razón Choiva, aunque hace de todo ésto un año y medio, aún me resulta muy duro escribir sobre ello.

Lo dejé ayer entrando en la UMI tras la craneotomía de urgencia. De las seis semanas siguientes no recuerdo nada así que la mayor parte de lo que cuento aquí es información recibida de mi familia y amigos. Lo de no recordar, es muy relativo. A nivel inconsciente sí lo recuerdo y es como una herida abierta.

Le habían dicho a mi familia que no tenían ni idea de como iba a quedar o qué funciones iba a poder recuperar. La zona de la hemorragia y operación afectaba a la capacidad de respirar, de hablar, de tragar, del sentido del equilibrio, la vista....Podía afectar muchas funciones físicas básicas según les dijeron.
Los primeros días en la UMI fueron bien. No sufrí vasoespasmo o resangrado que era lo más crítico. Tampoco tuve crisis epilépticas, aunque si presentaba hidrocefalia y tuvieron que ponerme una válvula. Afortunadamente me la pudieron quitar un par de semanas después. Los restos del derrame se iban reabsorbiendo bien y estuve en coma inducido unos diez días. Durante ese tiempo no hubo grandes problemas y cada día superado era una pequeña victoria.

Los problemas comenzaron cuando me sacaron del coma. Me retiraron la respiración asistida y no podía respirar por mí misma. Intentaron volver a entubarme pero tenía hinchazón y no pudieron, asi que me practicaron una traqueotomía de urgencia y al menos así volví a respirar. Mi cuerpo "despertó" pero yo no. No era capaz de razonar, estaba superagresiva intentando arrancarme los tubos y me ataron las manos. Empezé a dar patadas a quien se me acercaba y me ataron los pies también. Comencé a pillar una infección tras otra incluída neumonía, pero yo casi nunca había tomado medicamentos de ningún tipo así que mi organismo respondía a los tratamientos de forma muy rápida y eficaz. Sabían que podía mover las manos y los pies, que tenía bastante fuerza física y poco más. Al llevar traqueotomía no era posible saber qué podía hacer por mí misma pues sólo podían alimentarme por tubos y sondas. Mi hija preguntó al intensivista si mi incapaciad de razonar podía ser una secuela definitiva y le díjo que sí, aunque también añadió que toda esa combatividad me sacaría antes de la UMI. Para mi familia fué un horror total. Encima les estaba ocurriendo en una ciudad que no era la suya. Mi hermano y su mujer se pasaron allí su mes de vacaciones, y la Cruz Roja habilitó un piso a mi madre e hijos cercano al hospital. La verdad es que se portaron maravillosamente. Mis hijos iban y venian desde Lanzarote pues tenían que trabajar. Yo no parecía reconocer a nadie, aunque sí recuerdo ver a algunos miembros de mi familia (no a todos) y a amigos que se desplazaron a visitarme como en sueños, pero no interactuaba con ellos de ninguna manera. Habían pasado casi cuatro semanas tras la operación.

Finalmente se me trasladó a planta. Al llevar traqueotomía me pusieron lo más cerca posible del control de enfermería. Durante unas dos semanas más seguí en una especie de limbo y sólo entonces comencé a volver en mí. Recuperar la consciencia y darme cuenta de como estaba fué muy duro. Mi familia tiene preparación sanitaria y consiguieron permiso del hospital para ocuparse ellos de alimentarme por los tubos y manejar las sondas. Así me fueron explicando para qué servía cada cosa. La traqueo fué lo peor. Hay gente que lo lleva muy mal y yo era una de ellas. Se me bloqueaba a cada momento y tenían que venir corriendo con una especie de aspirador a desatascarme. La enfermera especialista me había dicho que tenían hasta 3 minutos para acudir y que no perdiera la calma cuando sucediera. Sólo puedo decir que cuando te estás ahogando y esperas a que vengan a liberarte el tiempo pasa muy despacio. El neurocirujano venía todos los días a verme y yo no podía ni mirarle. Para mi familia era el hombre que había hecho posible el milagro, pero para mí, en aquel momento, era la persona que me había dejado en esas condiciones.

Poco a poco me fueron quitando tubos. Para prepararme para retirar la traqueotomía me la tapaban un rato cada día y yo tenía que intentar respirar, hablar y tragar algo semisólido. Era horroroso pues me ahogaba si me la tapaban y si no me la tapaban, también. Yo sólo quería desaparecer. Al final lo intenté por mi familia pues estaban agotados. Mi hermano llevaba casi 2 semanas durmiendo en el suelo de mi habitación por si se me "atascaba" el tubo durante la noche y no podia avisar. También me habían prohibido terminantemente levantarme yo sola. Así que la primera vez que no hubo nadie conmigo en la habitación, fué precisamente lo que hice. Me puse en pie para demostrar que podía llegar sola al baño. En cuanto puse un pié delante del otro me caí de narices y no tuve reflejos ni para poner las manos para amortiguar la caída. Además del porrazo que me pegué, tuve que pasar por la bronca que me echó todo el mundo. Al final la especialista en traqueos convenció al neurocirujano de que me lo sacaran pues estaba sufriendo mucho con ella. Tuve que beber 3 vasos de agua seguidos con la traqueo tapada hasta convencerles de que estaba lista para valerme yo sola. Sacarlo fué otro horror. Nunca entenderé como consiguieron meterme todo ese aparato dentro. Ya podía respirar sóla y hablar un poco. El problema era comer. Tenía tal trauma de atragantarme que sólo ingería yogur y sopa. Y seguía intentando levantarme yo sola. Y seguía cayéndome. Un día el neurocirujano irrumpió en mi habitación bramando como un miura para decir que estaba harto de sólo recibir quejas de mí y que hasta que no comiese y me comportase no me dejaría salir. Es un hombre muy grande y cuando se enfada la verdad es que impone. Cuando se fué hice lo que no había sido capaz de hacer hasta aquel momento: llorar, llorar y llorar sin parar.

A partir de ese momento algo cambió. Mi comportamiento empezó a parecerme infantil y berrenchudo además de que estaba haciendo sufrir a mi familia. En cuanto a la comida sólida, no había forma de tirarla así que me pasaba un buen rato desmenuzandola toda a tamaño milimétrico y metiendola en la sopa. No era capaz de tragar ni un guisante sin un vaso de agua al lado. El miedo a ahogarme era superior a mí. Ya podía dar unos pasos con la ayuda de la fisioterapeuta y accedí a usar una silla de ruedas cuando me cansaba, que era a los tres pasos. Poco a poco fuí aguantando cada día más rato de pie y así iban las cosas. Despacito.

En cuanto empecé a "portarme bien" estaba lista para irme a casa en unos días. Todo el mundo se sorprendió de lo rápido que progresaba. Del miedo a volver a casa y salir del hospital que ya consideraba como mi unica protección ante el mundo, pasé a desear salir de allí lo antes posible.

Al final conseguí que me dieran el alta y volví a casa. Otro día hablaré de todos los cambios que eso representó.


Gracias por leer y un beso a todos,
Nurianna